viernes, 10 de julio de 2009

MUERE

"LA INFANCIA ES EL REINO DONDE NADIE MUERE"
Edna St. Vincent Millay


Conjugación del Verbo Morir en tercera persona en su forma indicativa en tiempo presente o en forma imperativa para la segunda persona.

INDICATIVO
Presente

muero
mueres / morís
muere
morimos
morís / mueren
mueren

IMPERATIVO
muere (tú) / morí (vos)
morid (vosotros) / mueran (ustedes)




Porque el que se muere, ya no vuelve, aunque lo deseemos con tal fervor que alucinemos.




"-Pero la vida misma es triste y solemne. Entramos en un mundo maravilloso, nos conocemos, nos saludamos, y caminamos juntos un ratito. Luego nos perdemos y desaparecemos tan de repente y tan sin razón como llegamos."Jostein Gaarder








Por alguna extraña, turbadora e incontrolable razón lo recuerdo.
Ayer mi padre murió. Mi mamá ocultó su deceso pero yo (sabiendo su condición) lo temía desde antes.

Cuando supe la noticia , para mi era inconcebible; estaba atónita, azorada, desquiciada; no lo toleré, grité, intenté llorar (pero en vano fingí); pues hacía tiempo atrás que estaba segura de lo que significaba la muerte, y quizá la vida -pues representa un lapso en el cual debemos demostrar que merecemos morir o simplemente porque “El hombre nace para morir”(Heidegger)-, pero jamás, hasta ese momento, me había percatado que se deja de existir, que tan solo en un instante te puedes convertir en NADA, y esa nada en una NUNCA.


Me siento estupefacta, pues fue inevitable su desaparición; quizá me sentía con la obligación de hacer que aquel hombre dejáse de ser esclavo, que perdiera el miedo a morir. Me siento irreconocida, como el amo que busca su identificación entre los suyos; ya que la historia del hombre es la búsqueda del ser reconocido.



Hoy su cuerpo llega.


Estoy esperando el momento en que lo vea....

Algo comienza a surgir de mi interior, me percato de los efectos que causa la ausencia de algo en el cuerpo, éste se pone rígido y frío; comienzan a reproducirse organismos tan pequeños que se alimentan de el; las facciones, la expresión... Todo carece de sentido. Es un cuerpo tan muerto pero lleno de vida. Pues en el cuerpo ya no habita razón, pero habitan seres incluidos en la transformación de las cosas.

Todos lo oyen, menos yo.
No me entero de nada.
Estoy oculta en la penumbra, pensativa, taciturna.
Me pregunto ¿Por qué he de estar tan tranquila, tan aliviada? eso me espanta; mi reacción ha sido importunada por una serie de conductas inesperadas, nadie me consuela.

Estoy en mi habitación.


Pienso: “Dentro de unos minutos más lo veré...”

Hablo:
-¿Qué sucede? ¡Se demora tanto! - medito y de inmediato articulo- es como si el quisiera , que yo creyese que aún existe.
Me pregunto:
- ¿Es él o soy yo?, ¿Quién quiere que se crea en esa idea?
- No lo se, quizá si sea yo, ¿Quién más podría ser?

En seguida entra una violenta corriente de aire que me causa escalofrío, de inmediato cierro la ventana; y de nuevo me sumerjo en mi conversación:

- No se si creer o no creer, de todas formas, no me consta nada.

- ¡Demonios!, en estos momentos es cuando se recurre a un Dios, pero yo prefiero hablar. Aunque me resulta poco alentador hablar conmigo misma - con aflicción, me detengo y me contengo de provocar sonido alguno; quiero formular un enunciado - Sin embargo, ¿quien mejor que yo, para saber de que estoy hablando?, ¿Quien sabría la palabra justa, la necesaria?

- Quizá yo, solamente yo...


Sumergida en un recóndito rincón, tan impresionada, tan aturdida y cabizbaja.
El ruido me interrumpe.

Me doy cuenta del alboroto.

- ¡Oh no!, ha llegado.- pienso en lo que debo hacer: ir a verlo y recordarlo o simplemente olvidarlo. No actúo y me quedo sumida en mis pensamientos.



Mi madre toca la puerta de mi habitación. Se asoma y de una manera fría y desconsoladora me indica que debo bajar.

La miro con aquellos ojos de aflicción con los que desconsolada lloraba, me pongo de pie y la sigo.

Paso a paso, flexión a flexión, observo a todos ahí, y de pronto ya estaba en aquel lugar, que pareciera como una fantasía como un hecho que a nosotros no nos podría pasar.

-Esas escaleras fueron tan cortas -reflexiono - como si hubiese bajado de un salto.



Pues bien, estoy frente a el, junto con mi hermana.
Y pienso resignada: “Pronto dejará de fingir”, e involuntariamente una sonrisa se me escapa.

Mi hermana llora desconsolada, mis Tías la reconfortan: -Ya no llores hija - y la abrazan.

Y mi Madre, tan sólo acongojada.

Nunca ha sido expresiva y no ha intentado serlo.

Yo creo que piensa lo mismo que yo: “Pronto dejará de fingir”.

De nuevo lo observo, y me pasmo; agacho la cabeza y balbuceo: -Ya no volverá-

Miro a mi alrededor.

Abro los ojos sorprendida, pues me encuentro inmersa en un círculo de personas, con la cara triste y llorosa, hablando a coro, repitiendo una y otra vez oraciones que no logro comprender.


Un señor se me acerca y me pide que lea unas páginas de su libro, lo tomo y comienzo a leer en voz alta:

-Letanías de la Santísima Virgen- medito y continuo.
-Señor, ten misericordia de nosotros - y me pregunto a mis adentros
-¿misericordia de que?
Mientras ellos contestan automáticamente - Señor, ten misericordia de nosotros
- Cristo, ten misericordia de nosotros
- Cristo, ten misericordia de nosotros
- Señor, ten misericordia de nosotros
- Señor, ten misericordia de nosotros
- Cristo, óyenos
- Cristo, óyenos
- Cristo, escúchanos
- Cristo, escúchanos
- Dios, Padre celestial
-Ten misericordia de nosotros

Comienzo a darme cuenta de lo extraño que resulta; continuo, pero ahora observo una lista interminable de nombres que debo seguir leyendo...

-Santa María - titubeo
- Ruega por nosotros- ellos responden
-Santa Madre de Dios
- Ruega por nosotros
-Santa Virgen de las vírgenes
- Ruega por nosotros
-Madre de Cristo
- Ruega por nosotros


De inmediato mis sentidos se entorpecen por poner atención a lo que digo, y cuando llego a una frase distinta, inevitablemente se escabulle una risita...

- Espejo de justicia - sonrío con ironía.
- Ruega por nosotros
- Trono de sabiduría - y pienso: ¿qué significa esto?
- Ruega por nosotros
- Vaso digno de honor - no me detengo, por más que quiero.
- Ruega por nosotros
- Rosa mística - medito:¿para qué todo esto?
- Ruega por nosotros
- Torre de marfil - mi cara adopta una expresión de incredulidad.
- Ruega por nosotros
- Casa de oro- sigo sonriendo levemente.
- Ruega por nosotros
- Arca de la alianza
- Ruega por nosotros
- Puerta del cielo
- Ruega por nosotros
- Estrella de la mañana
- Ruega por nosotros....

He terminado y requiero de descanso.

Intento salirme de aquel coro que me desespera.

-¿Cómo es posible que le roguemos a las cosas?, ¿Acaso no sabemos perfectamente que ellas no tienen vida, o por lo menos entendimiento?, entonces, ¿Qué tiene de especial la puerta del cielo? ¿Acaso ella razona? - me enfado por tal idolatría falsa, pero volteo, y lo único que muestran es sufrimiento.


-¡Ah! (suspiro). Quizá no esten ahí por el hecho de tener una devoción incoherente, sino por que quieren lo mejor para lo que era ese cuerpo, ese ser; tal vez crean en eso de que hay que rogar por otros, a ese Dios, creado por los hombres para que ellos esten bien.

-Pero... si todos ruegan por todos, ¿de que nos sirve hacer méritos en este mundo?; sin embargo ya no importa, para mi carece de sentido...


Me levanto de mi asiento y subo aquellas escaleras que me dirijen a mi habitación...



De nuevo estoy en mi cuarto, sola, cerrando los ojos, tirada en la cama, con el cuerpo extendido, no logro conciliar el sueño...

Todo es silencio...

-¿Qué sucede? - pienso, y abro los ojos -¿Qué pasa con todos?, ¿Porqué no hay ruido?- no lo entiendo y me aflijo.


Me levanto desconcertada, busco, y no hay nadie. Estoy en otro lado, este no es mi cuarto, ni siquiera es mi casa.

Es de noche y la luna brilla demasiado, tanto que ilumina el lugar en donde estoy; siento las sábanas, me percato de su textura, y suavemente me vuelvo a acostar...
La luna se comienza a nublar.

Tristemente me doy cuenta de que todo fue un sueño.





Nunca tuve un padre, y siempre deseé tener uno. Lo llegué a imaginar y creo que hace unos momentos lo acabo de matar.

Mi Padre ayer murió, yo lo maté, pues simplemente lo soñé.






Nuestra imaginación nos agranda tanto el tiempo presente, que hacemos de la eternidad una nada, y de la nada una eternidad. BLAISE PASCAL




Para los que no mueren y escriben, favor de leer sus blogs:

No hay comentarios:

Publicar un comentario